Hablemos de la escena cultural de Kosovo
Kosovo ofrece diversos festivales culturales: desde el arte callejero, al cine o la música. Los organizadores nos explican algunas de sus claves. Hablemos de la escena cultural de Kosovo.
Contenidos
Manifesta Bienale
El sol se pone en Pristina, y en cuanto este se va, la fachada del Grand Hotel, símbolo de la ciudad, se ilumina dando la bienvenida a la noche.
“Cuando el sol se vaya, pintaremos el cielo con estrellas” se lee en la torre de este ya demacrado hotel que es reflejo la decadencia del sueño yugoslavo.
Esta combinación de letras y estrellas que coronan el edificio son fruto de cuatro años de trabajo de artistas que han convertido a la capital de Kosovo en un museo dentro del marco del Manifesta Bienale.
Cien días después, el Manifesta Bienale se despide de Pristina pero espera “dejar un legado duradero tanto para la comunidad artística como para la más amplia de Kosovo”.
El Manifesta, la exposición nómada más grande de Europa, replantea la relación entre cultura y sociedad civil, y la 14o edición de este evento itinerante ha tenido lugar en Pristina con “el objetivo apoyar a los ciudadanos de Kosovo en su ambición de recuperar el espacio público y reescribir el futuro de su capital como una metrópolis de mente abierta en los Balcanes y en Europa a través del desarrollo de una nueva institución cultural”.


Artistas locales e internacionales han usado las infraestructuras de la ciudad para expresar su arte. El Manifesta ha dado un nuevo sentido a espacios como el Gran Hammam de Pristina, cuya construcción se remonta al siglo XV y que no se utilizaba desde 1960.
A través de hilos rojos que conectan historias de diversas personas kosovares, el artista Chiharu Shiota ha tejido historias personales de nacimiento, infancia, familia y país, religión, amor y muerte.
O al Palacio de la Juventud, icono también de la época yugoslava, donde se ha podido disfrutar de la obra de Lee Bul, donde un dirigible flotante de diecisiete metros, en palabras del artista, “nos invitaba a reflexionar sobre lo que podríamos salvar de los sueños del pasado y lo que eso podría traer para el futuro”.
Y en el centro de todo este museo gigante en el se ha convertido la capital de Kosovo durante tres meses, el Grand Hotel, donde se ha podido disfrutar de la exposición ‘The Grand Scheme of Things (El gran esquema de las cosas, en español)’.
En sus pasillos y habitaciones del hotel se mezclaban con historias de transición, migración, agua y capital, amor, ecología y especulación: los temas que vinculan las preocupaciones de las personas en Kosovo con las de las personas en todo el mundo.

“Deberías haber conocido Pristina antes de la pandemia; era el Berlín de los Balcanes”, me dijeron unos jóvenes hace poco más de un año lamentándose de cómo el COVID-19 había afectado la vida cultural (y nocturna) del país.
Para muchos, el Manifesta ha devuelto al país balcánico el espíritu que solía tener antes del 2020. Y es que, alrededor del 40 por ciento de los 130 artistas participantes en estas exposiciones eran de Kosovo, una proporción más alta de artistas locales que en muchas otras bienales (en Manifesta 13, en Marsella, había 13 artistas franceses, o alrededor del 20 por ciento del total).
Sin embargo, aunque puede parecer que la Bienal ha sido el motor que ha devuelto la cara artística a Kosovo tras la pandemia, nada más lejos de la realidad.
El país más joven de Europa no se ha tomado un respiro en cuanto a agenda cultural se refiere. Sin ir más lejos, poco antes de que el Manifesta transformara Pristina en un museo, la ciudad de Prizren se convertía en cine con su 21o edición del Dokufest.
Pero no son estos dos eventos los únicos del país – aunque sí que son los más conocidos -.
Meeting of Styles (MOS)
El arte callejero te da la bienvenida a Pristina.
La entrada principal a la ciudad de Pristina destaca por la cantidad de negocios que protagonizan dicho trayecto.
Sedes de alquiler de coches, moteles, talleres, tiendas de muebles o clínicas de estética te acompañan hasta alcanzar la capital. Sin embargo, nada más entrar, los muros que te dirigen al centro de la ciudad han sido inundados por todo tipo de pinturas.
Imágenes de animales fantásticos, retratos realistas, atardeceres pintados en una pared, incluso astronautas o derviches te dan la bienvenida. No están ahí por accidente.
Esas pinturas o, mejor dicho, grafittis, que no solo aparecen en la entrada de Pristina sino que inundan toda la ciudad, son el resultado del Meeting of Styles (MOS), un encuentro anual que reúne a artistas del grafitti de todas las partes del mundo.
Durante una semana del verano – este año fue finales de julio – estos artistas deambulan por las calles Pristina buscando el mejor hueco para expresar su arte.


Agon Demiri es el organizador de este encuentro de artistas. El mismo lo describe como “un movimiento social que desde el principio empezó a impulsar las culturas urbanas”, y afirma que supone una gran alternativa para “acabar con el aislamiento al que ha estado condenado Kosovo”.
Creado en 1997 en Alemania, el Meeting of Styles ya se corona como “el mejor Evento de Graffiti jamás realizado” y Pristina es una de sus grandes sedes.
Orange Girl es una de las artistas locales que ha participado en las dos últimos ediciones de este encuentro en el país; su arte, siempre naranja como su nombre indicada, es ya característico de Pristina.
Ella tiene claro “la importancia del festival para mostrar todo el talento que tiene el país, y que este sea visto fuera”.
Prifest
El cine protagoniza el verano kosovar.
No se duda de que el Dokufest es referencia, no solo en Kosovo sino en Europa, pero no es ni de lejos el único festival de cine del país más joven de Europa.
La alfombra roja se extiende en la capital durante el Festival de Cine de Pristina (PriFest), iniciado en 2009, tras declaración de independencia del país, con el fin de, en palabras de la que fue su directora artística, Vjosa Berisha, “promover a Kosovo internacionalmente y construir una mejor imagen para Kosovo”.
El PriFest viste la famosa plaza de Zahir Pajaziti con pantallas de cine, así como el Teatro Kombëtar, donde se proyectan las cintas seleccionadas para competir en las diferentes categorías de este festival: cine de los Balcanes (también conocido como ‘Honey and Blood Cinema’), cine mundial, comedia europea, mediometraje (compuesto por largometrajes de 25 a 60 minutos), cortometrajes y documentales.
Películas como Hive, largometraje kosovar que casi llega a los Óscar en 2021, o Full Moon, producción Bosnia nominada en 2019 en los Premios de Cine Europeo (EFA), se han proyectado en este festival que cierra el verano de Pristina.
Este año, cuya edición ha estado dedicada a la difunta directora Vjosa Berisha, ha introducido, además, el programa «Let It be” (‘Déjalo ser’, en español), una categoría no competitiva dedicada a las películas de temática comunitaria LGBTIQ, una colaboración con el festival de cine LGBTIQ más grande del mundo, el OutFest, con películas como ‘Budapest, ciudad cerrada’, producción húngara de Máté Konkol; o la obra inglesa ‘Hear My Voice’ (‘Escucha mi voz’, en español) de Daniele Guerra.
No solo la capital se deja cautivar por el séptimo arte. En julio, las montañas de Peja proyectaron las cintas seleccionadas para el Aníbar, festival enfocado en el cine de animación.
Un evento que reúne animaciones en doce categorías entre las que se incluyen temáticas como Derechos Humanos, visibilidad queer o realidad virtual.
De esta manera, entre las montañas más conocidas de Kosovo se ha celebrado la 13o edición del Aníbar, la cual ha usado la superstición como su tema central con el fin de “reunir a países, comunidades, artistas y amigos para celebrar múltiples creencias”.
Cintas como ‘¡La maldita cámara de mi padre!’, una producción eslovena que lleva a su audiencia a un paseo por el archivo del fotógrafo esloveno Dragiša Modrinjak y, al mismo tiempo, se basa en su experiencia personal como cineasta y padre.
O ‘El Imán’, una animación kosovar que muestra como un niño trata de hacer volver a su familia de la hipnosis producidas por los teléfonos móviles, han amenizado las noches de verano entre montañas.
Una semana en la que las montañas de Peja se han visto inmersas en más de un centenar de proyecciones, talleres y otros espectáculos por doceava vez (la edición de 2020 fue online debido al COVID-19) y que las convierten en el escenario de uno de los fenómenos culturales del país.
Sunny Hill
En Kosovo siempre hay música
En el país han surgido varios grupos y artistas que han sobrepasado sus fronteras. Durante la época yugoslava, el rock kosovar fue protagonista en el país, grupos como Troja se hicieron notar, y lo siguen haciendo. Ahora bien, si alguien ha destacado en panorama musical ha sido Dua Lipa.
La mundialmente conocida cantante albano-kosovar se ha encargado de que su país se haga notar musicalmente, y en 2018 fundó el que ya es el festival de música más grande la región, el Sunny Hill Festival, donde han participado artistas como Miley Cyrus.
Un espectáculo musical que llega a colapsar la ciudad de Pristina, duplicando su población durante los tres días que dura.
Este año, el parque Gërmia ha acogido la tercera edición del festival con el que Lipa quiere da a conocer Kosovo.
Y es que no solo artistas mundialmente conocidos como Mahmood o J Balvin han acudido a la llamada de Dua Lipa, entre los escenarios del Sunny Hill descubrimos pequeños grupos musicales o artistas locales que están empezando a hacer mucho ruido en el país, como es el caso de Zwada.
La artista, cuyos temas son más cercanos al indie, que ya es una habitual de las noches de Pristina ha sido uno de los artistas invitados a eventos como el Manifesta o el Pride.
O Sahati, artista albano kosovar asentada en Canadá, quien fusiona la tendencia new wave con el indie pop. Ya lo decía Lipa, “periodistas de los medios más importantes especulan sobre qué debe tener el agua de Kosovo para producir tantos artistas”.


Y es que la escena musical en Kosovo ha tenido un desarrollo excepcional en los últimos veinte años tras la guerra de 1999, con una variedad de nuevos géneros y estéticas híbridas nunca antes vistas dentro de la escena local y que ha sufrido muchos cambios.
Es por ello que Diellza Gosalci se propuso hace dos años desarrollar nuevas perspectivas sobre la diversidad del proceso de pensamiento relacionado con el desarrollo de la música en Kosovo, la región y el mundo, y creó la Conferencia Musical de Pristina.
La Conferencia organiza todo tipo de eventos, charlas y espectáculos en los que expertos musicales de todo tipo exponen sus creaciones dando forma y sonido al discurso musical de Kosovo.
Durante la segunda edición de este encuentro han participado voces como la de Ergen, una de las figuras más visibles del hip hop kosovar quien busca establecer una sólida industria de este género en su país.
También la del productor musical Kustrim Berisha; o la de Elina Dunis, artista de jazz albanesa y profesora en la Universidad de las Artes de Zúrich, quien ha cruzado canciones populares albanesas con jazz, se están dejando escuchar en la capital del país, convirtiéndola en la sala de mezclas más alternativa de los Balcanes.
Locales underground donde los sonidos griegos se mezclan con música electrónica, cines donde productores musicales debaten con artistas sobre las tendencias más influyentes en la región, y espacios abandonados a las afueras de la ciudad donde se mezclan todos los estilos de estos artistas que han querido dar un nuevo sonido al país balcánico.


El manifesta ya ha acabado, los graffitis del MOS kosovo empiezan a desgastarse, las pantallas del PriFest hace dos meses que se apagaron, en las montañas de Peja no queda ni rastro de las animaciones del Aníbar, y en el parque Gërmia hace semanas que solo cantan los pájaros.
Sin embargo, Agon Demiri ya ha conseguido el permiso para la próxima edición del MOS, las taquillas del Sunny Hill se mantienen intactas en Pristina augurando la siguiente edición del mayor festival de música de la zona, Zwada tiene concierto este fin de semana, y la llamada para las propuestas de la próxima edición del Aníbar ya se ha abierto. Y es que la escena cultural de Kosovo no piensa hibernar en invierno.
Porque mientras se escriben estas líneas, las luces del famoso restaurante Soma, en el centro de la capital, empiezan a apagarse y el sonido de los altavoces empieza a subir para dar inicio al siguiente evento de la Conferencia Musical de Pristina y, así, cuando el sol desaparezca, Kosovo seguirá “pintando el cielo con estrellas”.
Marta Moreno
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