El autor reflexiona sobre los vínculos en común que mantienen a nivel histórico las sociedades balcánicas más allá de las aparentes divisiones nacionalistas. Reivindica explorar en esos lazos representados por figuras históricas compartidas.
Muchas veces, cuando uno piensa en los Balcanes, entonces lo primero que se nos pasa por la cabeza son conflictos, odio desmesurado, guerras, rivalidades infinitas y mucha hostilidad, durante siglos, años y milenios.
De todos modos, no es de extrañar, ya que los que vivimos en esta península, una generación tras la otra, hemos sido los artesanos de nuestra fama como gente belicosa, con el espíritu indómito y la tendencia a hacer la guerra, no el amor, la mayor parte del tiempo.
Las Guerras Balcánicas, en los años 1912 y 1913, que precedieron a la Primera Guerra Mundial (que, como era de esperar, estalló en Sarajevo, en el corazón de Bosnia y los Balcanes), fueron el primer derrame mayor de sangre en esta región perpetuamente atormentada.
Después, dicha “experiencia”, aún más traumáticamente se repitió a comienzos de los años 90, con las guerras que acompañaron el desmembramiento de la ex Yugoslavia, desde Croacia a Bosnia, Kosovo y Macedonia, por ultima.
Pero, a pesar de todo, a lo mejor no somos unas naciones y una región tan beligerante, y no sabemos solo fomentar el odio, todo lo contrario, de hecho la historia nos muestra muchos ilustres ejemplos de colaboración entre diferentes nacionalidades, de varias figuras de antaño que nos unen a través su obra y legado histórico, y también eventos transnacionales.
El 2 de agosto de 1903, en una pequeña ciudad montañosa de Macedonia, en aquel entonces todavía parte del decadente Imperio Otomano, llamada Krushevo, estallaría una pequeña revolución multinacional, con el objetivo de lograr la liberación de las naciones oprimidas de la región, búlgaros (macedonios), valacos, albaneses, pero también turcos y otros.
А pesar de que fue de corta duración (solo diez días, 3 – 13 de agosto de 1903), el experimento de Krushevo, donde miembros de diferentes nacionalidades lucharon juntos contra el opresor común, eligiendo un Gobierno Provisional compuesto de búlgaros (macedonios), valacos y albaneses, y luchando hasta el final los insurgentes encabezados por el valaco Pitu Guli en Mechkin Kamen (La Piedra del Oso), esta experiencia es un ejemplo perfecto de los valores compartidos de libertad y convivencia entre las nacionalidades que habitan esta conflictiva región.
En la Edad Media, los ejemplos de colaboración interétnica son aún mayores, y figuras destacadas, como Angelina de Serbia (Angelina Brankovićen serbio, Angjelina Arianiti, en albanés), no hacen más que confirmar el espíritu de convivencia entre la gente de esta península.
Angjelina Arianiti era la hija de Gjergj Arianiti, noble albanés medieval que dirigió varias campañas e insurrecciones exitosas contra el Imperio Otomano, siendo Angjelina Arianiti al mismo tiempo también la hermana de Donika Kastrioti, la esposa del héroe nacional albanés, Gjergj Kastrioti Skanderbeg.
Ella se casó con Stefan Branković, el hijo del déspota serbio Đurađ Branković, y por su vida piadosa fue canonizada y venerada como tal por la Iglesia Ortodoxa Serbia como Venerable Madre Angelina (Преподобна мати Ангелина).
Durante sus 25 años de guerra contra los otomanos, Skanderbeg siempre pudo contar con el apoyo de los búlgaros que vivían cerca de la ciudad de Svetigrad (el pueblo de Kodžadžik en la actual Macedonia del Norte, donde se encuentra la casa de los padres de Mustafa Kemal Atatürk, el padre fundador de la República de Turquía).
Cabe destacar que uno de los miembros de la Liga de Lezhë (2 de marzo de 1444), la alianza de los señores feudales albaneses contra el Imperio Otomano, fue Stefan Crnojević, Señor de Zeta, el actual Montenegro, hijo de Đurađ Đurašević Crnojević , y de madre albanesa (la hija del noble albanés Koja Zaharia) y también marido de la hermana de Skanderbeg, Mamica Kastrioti.
Otro caso único de tradiciones comunes balcánicas es el de Jovan Vladimir.
Jovan Vladimir (Joan Vladimiri en albanés), fue gobernador de Doclea, poderoso principado serbio entre los años 1000 y 1016, según las fuentes de la época, era un hombre piadoso, pacífico y justo, que gobernódurante una guerra cruel entre Bizancio y el Imperio Búlgaro.
Kosara, la hija del Zar de Bulgaria (Zar Samuel) se enamoróde Jovan Vladimir, y los dos se casaron, con el beneplácito del padre de ella, pero en 1016 Jovan Vladimir fue decapitado, víctima de un sangriento complot.
Enterrado cerca de su corte en el sureste de Duklja y reconocido como mártir y santo, en el año 1215 las reliquias fueron transportadas a Dyrrhachium (el actual Durrës, en Albania) por las tropas de Miguel I, el déspota de Epiro, y luego, en 1381 sus restos fueron de nuevo transportados y preservados en la Iglesia de ShënJoan Vladimir cerca de Elbasan, por Karl Topia, noble medieval albanés.
Desde 1995 se han conservado en la Catedral Ortodoxa de Tirana, perteneciente a la Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania. Los restos del santo son considerados como reliquias cristianas, y atraen siempre a muchos creyentes, especialmente en su día de la fiesta, cuando los restos son llevados a dicha iglesia poco lejos de Elbasan para una gran celebración popular.
El pueblo donde las reliquias del santo fueron conservadas durante muchos siglos, en la entrada de la ciudad de Elbasan, en Albania, se llama Shijon, que evidentemente deriva de Shën Joan (Sveti Jovan, en serbio).
Según fuentes históricas, en la Batalla de Kosovo (1389) que tuvo lugar cerca de Pristina, además del príncipe serbio Lazar Hrebeljanović y del noble serbio Vuk Branković, tomaron parte los nobles albaneses Teodor Muzaka y Gjon Kastrioti (el padre de Skanderbeg).
En tiempos más recientes, podemos mencionar los casos de Bekim Fehmiu, el actor kosovar-albanés, famoso por interpretar el papel de Odiseo en 1968, junto con muchas otras películas importantes yugoslavas, pero también el escritor albanés de origen étnico macedonio, Sterjo Spasse, que cuenta con una actividad literaria muy diversa, muchas obras pedagógicas, traducciones, artículos, monografías, cuentos y novelas.
Como autor de este artículo, desde mi propia experiencia y el origen de mi familia, que proviene en parte de Salónica, en Grecia, puedo afirmar con certeza que nuestra región es demasiado pequeña e intrincada, para vivir en aislamiento, segregación o divisiones étnicas.
Igual sea difícil de creer, pero siempre hemos vivido juntos, tenemos héroes con orígenes comunes, santos comunes, batallas comunes, un pasado en común, tenemos mucho que compartir, muchas cosas que nos dividen, y también un futuro para vivir en la misma tierra.
Elvi Sidheri es escritor y traductor multilingüe de Tirana
Las manifestaciones expresadas por el autor no reflejan necesariamente las opiniones de los miembros de Balcanismos.